Los tablaos: guardianes vivos del flamenco
Desde mediados del siglo XX, los tablaos han sido mucho más que escenarios. Para muchos artistas, han representado la primera oportunidad real de mostrar su arte; para el público, un espacio íntimo donde el flamenco se siente en carne viva. Pero más allá de la experiencia estética, ¿qué papel juegan realmente en la preservación de este patrimonio inmaterial?
En este artículo abordamos el impacto de los tablaos en la conservación y transmisión del flamenco, con datos concretos, ejemplos históricos y testimonios de artistas. Un camino por las tablas que han mantenido latente el pulso de una cultura que no cesa de reinventarse.
¿Qué es un tablao flamenco?
El término « tablao » hace referencia al suelo de madera donde se baila flamenco, esencial para amplificar el sonido del zapateado. Sin embargo, desde los años 60, también se usa para describir los locales especializados donde se representan espectáculos de flamenco en vivo. Surge como evolución de los antiguos cafés cantantes del siglo XIX, pero con un enfoque más profesionalizado y artístico.
A diferencia de los grandes teatros o festivales, los tablaos apuestan por la cercanía. El público y el artista apenas se separan por unos metros. Este formato íntimo facilita una conexión directa, espontánea y honesta que pocos espacios escénicos pueden ofrecer. Precisamente en esa familiaridad reside gran parte de su valor.
Los tablaos como plataforma formativa
Para muchas figuras consagradas, su carrera se forjó en el tablao. El caso de la bailaora Sara Baras es ilustrativo: “Actuar a diario en tablaos me dio fondo físico, reflejos y malicia escénica”, declaró en una entrevista en 2008. Y no es la única. Israel Galván, Belén Maya o Antonio Canales también pasaron por este crisol escénico.
En los tablaos, los jóvenes talentos no solo perfeccionan su técnica. Aprenden a dialogar con el cante, a respetar el compás del guitarrista y a improvisar. Esta formación práctica es difícilmente sustituible por academias o conservatorios. Se habla, de hecho, del “doctorado del tablao”.
Además, esa rotación constante de artistas ha permitido que generaciones enteras pudieran trabajar y crecer en contacto con figuras de referencia. En palabras del cantaor Juan Villar: “yo aprendí más en tres meses en Los Canasteros que en años de peñas”.
Preservación de estilos y formas tradicionales
Aunque el flamenco evoluciona constantemente, el tablao ha sido un bastión para conservar estilos tradicionales que podrían haber caído en desuso. Los códigos del martinete, la seguiriya o las cantiñas se siguen practicando y escuchando en estos espacios gracias a una programación diaria y diversa.
En el histórico tablao El Corral de la Morería (Madrid), por ejemplo, se ha mantenido durante décadas una línea artística que combina la innovación escénica con el respeto a las formas tradicionales. La bailaora Blanca del Rey, que fue figura artística y directora del lugar, insistía en equilibrar “la raíz con el vuelo”.
Del mismo modo, tablaos como Los Gallos (Sevilla) o El Cordobés (Barcelona) han conservado durante años repertorios clásicos, permitiendo que nuevas generaciones de espectadores y artistas se familiaricen con los palos fundamentales.
Archivo vivo del flamenco
Aunque no suelen contar con archivos institucionalizados, los tablaos se han convertido en auténticas hemerotecas vivas del flamenco. Sus programaciones, sus carteles y sus producciones permiten seguir la evolución del arte jondo desde el siglo XX hasta hoy. Algunas anécdotas lo demuestran.
En el mítico tablao Zambra (cerrado en los 90), Camarón actuó por última vez antes de retirarse temporalmente por problemas de salud. En tablaos madrileños como Villa Rosa, artistas como La Chana o Manuela Carrasco asombraron a públicos internacionales y fueron grabadas por televisiones extranjeras, que hoy sirven como material documental imprescindible.
Además, muchos de estos espacios han servido como referencia para investigadores. La musicóloga María Jesús Castro, en una entrevista para TVE, afirmaba: “si el flamenco se ha conservado tan vivo en tiempos de globalización, es en parte gracias al resguardo diario que encontró en los tablaos”.
Los tablaos y el turismo: ¿trampa o oportunidad?
En las últimas décadas, el turismo ha sido una fuente de ingresos indispensable para la supervivencia de muchos tablaos, especialmente en ciudades como Sevilla, Granada o Madrid. Sin embargo, este vínculo ha generado cierta desconfianza por parte de algunos sectores del flamenco que temen una “espectacularización” vacía del arte.
¿Se banaliza el flamenco en esos escenarios? Depende. Hay tablaos que apuestan por formatos exprés, sin apenas hilo narrativo ni respeto por los códigos tradicionales. Pero también existen otros que forman parte activa del tejido cultural de la ciudad, y cuidan su programación con rigor y conciencia artística.
Lo importante, como siempre, es distinguir entre tablao como formato genuino y tablao como producto turístico. Y en ese punto, la profesionalidad de la dirección artística marca toda la diferencia.
Figuras que han dado vida a los tablaos
Más allá de los artistas, no podemos olvidar el papel de los empresarios y gestores culturales que han apostado por los tablaos como espacios de legitimación artística. Algunos nombres clave:
- Manuel del Rey – Fundador del Corral de la Morería, ha sido un referente en combinar exigencia artística con viabilidad comercial.
- Antonio Gades – Director y coreógrafo que, en los años 70, popularizó el formato tablao a nivel internacional con giras basadas en este formato.
- La Tati – Bailarina y directora artística que durante décadas seleccionó a jóvenes valores para actuar en tablaos de Madrid.
Gracias a ellos, y a muchos otros menos conocidos, el tablao ha logrado mantener su función pedagógica, cultural y artística incluso en contextos difíciles como la pandemia.
El futuro del tablao en la era digital
Con la irrupción de nuevos formatos digitales, ¿puede el tablao mantenerse vigente? Aunque no fue fácil adaptarse, muchos locales empezaron a grabar sus espectáculos y a ofrecerlos en línea durante el confinamiento. Algunos incluso iniciaron programas formativos digitales y series documentales.
Sin embargo, la naturaleza del tablao orbita en torno a la experiencia sensorial directa: la vibración del taconeo, la tensión del cante, el susurro del rasgueo en vivo. Es difícil que una pantalla sustituya esa vivencia.
Por eso, la tendencia actual parece apuntar hacia un modelo híbrido: eventos presenciales con grabaciones profesionales que permitan ampliar el alcance sin diluir la esencia. Una oportunidad para difundir el flamenco sin perder su carácter orgánico.
En defensa del tablao: más que un espectáculo, un ecosistema
Reducir el concepto de tablao a una atracción turística sería ignorar su calado histórico, formativo y creativo. Son espacios vivos donde se preservan estilos, se forjan trayectorias y se actualizan tradiciones.
Quizás, como decía Paco de Lucía, “el flamenco no necesita museos, necesita escenarios”. Y entre todos, los tablaos han sido los más constantes en ofrecerlos. En sus tablas crujen décadas de historia, compases heredados, y nuevas voces que claman por su lugar en el arte jondo del siglo XXI.