Una huella silenciosa: la herencia morisca en el flamenco
La historia del flamenco es una red compleja de influencias culturales, un tejido en el que convergen siglos de migraciones, guerras, intercambios y mestizajes. En ese tapiz sonoro, la huella morisca ocupa un lugar clave, aunque a menudo se menciona de forma superficial o simbólica. ¿Qué hay, realmente, de influencia morisca en el flamenco? ¿Podemos identificar elementos concretos que lo demuestren?
Este artículo se propone explorar desde un enfoque documentado y técnico cómo la herencia musical, vocal y rítmica de los moriscos —los musulmanes que permanecieron en la península tras la conquista cristiana— ha dejado rastros visibles en el desarrollo del arte flamenco.
¿Quiénes fueron los moriscos?
Para comprender la influencia morisca en el flamenco, conviene enmarcar primero quiénes eran los moriscos. Se trataba de musulmanes que, tras la toma de Granada en 1492 y la progresiva conquista cristiana de Al-Ándalus, fueron obligados a convertirse al cristianismo bajo pena de expulsión. Entre los siglos XVI y XVII, estos conversos, aunque oficialmente cristianos, conservaron muchas prácticas culturales, lingüísticas y musicales propias del mundo islámico. En 1609, la monarquía ordenó su expulsión definitiva, pero para entonces ya habían dejado una impronta cultural profunda en el sur de la Península.
Estos desplazamientos no borraron del todo su presencia. En zonas rurales de Granada, Málaga, Almería o incluso Sevilla, muchas familias moriscas permanecieron en condiciones de clandestinidad, compartiendo espacio (y a veces destino) con otras comunidades marginalizadas, como los gitanos y los judíos conversos.
Elementos musicales de origen morisco
La música andalusí, cultivada en Al-Ándalus hasta el siglo XV, llegaba a través de instrumentos, escalas, modos melódicos y formas rítmicas transmitidos oralmente. Varios especialistas han señalado similitudes entre determinadas características del flamenco y las músicas modales del Magreb. Veamos algunas de las más relevantes:
- Uso de microtonos: Aunque el flamenco no es oficialmente microtonal, en cante jondo se perciben inflexiones que se alejan de la afinación temperada occidental. Esto remite a la ornamentación típica del canto árabe-andalusí.
- Melismas y ornamentación vocal: El uso intensivo de melismas (varias notas sobre una sola sílaba) en los cantes profundos como la toná o la seguiriya recuerda el modo de recitar del canto árabe (el maqam) y del almuédano llamando a la oración.
- Modalidad: Algunas tonalidades flamencas (por ejemplo, el modo flamenco o frigio, a menudo con variaciones) se asemejan notablemente a los modos árabes como el hijaz o el bayati, caracterizados por intervalos y escalares similares.
Antonio Zoido, en su obra Flamenco: El eco de un pueblo, sugiere que “la musicalidad oriental que pervive en el cante flamenco responde a una hibridación mantenida durante siglos, lejos del foco oficial de la música cortesana cristiana”.
Vínculos socio-históricos entre moriscos y gitanos
Es imposible hablar del desarrollo del flamenco sin mencionar a los gitanos andaluces, quienes jugaron un rol fundamental en la consolidación del arte. Algunos investigadores, como Manuel Cano Tamayo, sostienen que en áreas rurales de Granada y las Alpujarras los moriscos y los gitanos compartieron prácticas musicales durante generaciones.
Tras la expulsión morisca, muchos gitanos —también perseguidos por la Inquisición— adoptaron o preservaron algunas expresiones moriscas, tanto en indumentaria como en música. Era una forma de resistencia cultural común entre pueblos marginados. Algunos cantes antiguos, conocidos como « cantes sin guitarra » como la toná o el martinete, tienen giros melódicos que, precisamente, recuerdan tanto al canto sefardí como al andalusí.
Instrumentos de raíz árabe-andalusí
Si bien el cante flamenco se ha desarrollado tradicionalmente con la voz como centro, varios instrumentos que acompañan o dialogan con él también heredan prácticas moriscas. Algunos ejemplos notables:
- Laúd: Aunque más prominente en la música clásica española posterior, el laúd encuentra su antecesor directo en el ‘ud árabe. Su presencia en Andalucía data de los siglos de dominación musulmana.
- Percusión y compás: Las estructuras rítmicas complejas del flamenco, como las de la bulería o la soleá, presentan una organización asimétrica que puede vincularse con patrones rítmicos árabes tradicionales.
- Palmas y jaleos polirrítmicos: Algunos analistas comparan los patrones percusivos flamencos con los « iqa’at » de la música árabe, aunque transformados por siglos de mestizaje musical andaluz-gitano.
El lamento como expresión compartida
Una característica esencial del flamenco es su capacidad expresiva para comunicar sufrimiento, anhelo o pérdida. Este sentimiento, conocido como duende, tiene un paralelo significativo en la tradición musical árabe-andalusí, especialmente en el “nubah”, estructura musical en la que predominan las melodías nostálgicas y ornamentadas.
La historiadora María Jesús Rubiera Mata ha planteado que “el dolor colectivo de una cultura derrotada –como la morisca– encuentra continuidad en otras formas musicales de resistencia y de catarsis emocional, como las desarrolladas por los gitanos andaluces en el flamenco primitivo”.
¿Podemos hablar entonces de una transferencia emocional más allá de lo estilístico? Algunos cantes como la seguiriya o el lamento por la ausencia en las letras antiguas podrían estar enraizadas en esa misma intención ancestral: sobrevivir a la expulsión, al exilio, al rechazo identitario.
Testimonios y herencias vivas
Aunque la documentación directa sobre la música morisca en Andalucía es escasa debido a la represión colonial y eclesiástica, aún hay huellas orales que atestiguan su legado. En ciertas zonas de Andalucía oriental se conservan cantos tradicionales con estructuras melódicas que difieren del patrón occidental.
En entrevistas recientes, artistas como Arcángel o Vicente Amigo han reconocido la inspiración que encuentran en músicas del Magreb y Oriente Medio. No se trata de una reconstrucción arqueológica, sino de un reconocimiento instintivo: en la vibración de algunas falsetas o en el quejío de ciertos cantes, resuena algo que va más allá de las fronteras geográficas o del tiempo.
La influencia morisca hoy: ¿vigente o solo simbólica?
En pleno siglo XXI, la relación entre el flamenco y su herencia morisca ha sido revisitada por propuestas escénicas y fusiones musicales. Proyectos como los de Javier Ruibal, el trío Radio Tarifa o incluso algunas colaboraciones de Estrella Morente con músicos marroquíes, dan testimonio de este vínculo reevaluado.
Pero más allá de las fusiones contemporáneas, la esencia morisca pervive como un eco oculto en la identidad sonora del flamenco. No es un añadido exótico, sino una raíz oculta en su ADN musical, emocional y cultural.
Al final, lo morisco en el flamenco no es sólo lo que se oye; es también lo que resiste. Y como escribió el poeta granadino Ángel Ganivet: “Lo verdaderamente andaluz es lo que ha nacido del duelo, no de la fiesta”.