Rocío Márquez: innovación desde la tradición

Rocío Márquez: innovación desde la tradición

La voz que dialoga con el pasado

Si hay una artista que ha conseguido tender puentes entre la tradición flamenca y la experimentación contemporánea sin perder autenticidad, esa es Rocío Márquez. Nacida en Huelva en 1985, esta cantaora andaluza ha conseguido posicionarse como una de las voces más influyentes del nuevo flamenco. Pero ¿qué hace que su arte sea tan singular?

Desde sus primeros pasos, Rocío dejó claro su interés por el estudio profundo del cante flamenco. Se formó en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla y amplió su formación con estudios universitarios en musicología. Esta combinación de práctica y teoría ha sido una de las claves de su propuesta: respetar las raíces, conocerlas a fondo, y a partir de ahí, buscar nuevos caminos expresivos.

Una formación sólida al servicio de la creatividad

En entrevistas recientes, Rocío ha afirmado que “para poder innovar en el flamenco, primero hay que entender sus códigos y sus límites”. Esta afirmación resume perfectamente su método de trabajo. Márquez no se acerca al cante desde la rebeldía gratuita, sino desde un compromiso intelectual y emocional con el legado que hereda.

Ganadora de la prestigiosa Lámpara Minera en el Festival Internacional del Cante de las Minas en 2008, su ejecución fue celebrada no solo por su impecable técnica, sino por su capacidad de emocionar. Años más tarde, ha demostrado que aquel reconocimiento no fue una meta, sino un punto de partida.

Su discografía es testimonio de una búsqueda constante: desde Claridad (2012) hasta Tercer cielo (2022), cada obra muestra una evolución coherente, pero también valiente y a menudo arriesgada. Márquez no se limita a interpretar cantes tradicionales; los reinterpreta, los dialoga con otras músicas, los sitúa en contextos inesperados.

Entre Federico García Lorca y Pauline Oliveros

Uno de los aspectos más llamativos del trabajo de Rocío Márquez es su forma de entrelazar referentes culturales aparentemente dispares. En su disco Visto en El Jueves (2019), inspirado por los objetos encontrados en el mercadillo sevillano del mismo nombre, reutiliza vinilos antiguos, objetos y grabaciones de archivo como materiales musicales y simbólicos. Lo cotidiano se convierte así en materia artística.

En otro proyecto sorprendente, Diálogos de viejos y nuevos sones (2017), colabora con el violagambista Fahmi Alqhai. Juntos reinterpretan cantes flamencos utilizando criterios de la música antigua barroca. ¿El resultado? Una sonoridad inédita en el flamenco contemporáneo, que no busca la fusión comercial sino el verdadero encuentro artístico entre dos mundos musicales históricos.

Además, Márquez ha citado en múltiples ocasiones la influencia de compositoras experimentales como Pauline Oliveros y su concepto de “Deep Listening”. Este enfoque de escucha atenta y expandida ha influido en la manera en que diseña sus recitales y en cómo se posiciona ante el acto mismo de cantar.

Compromiso con el presente

El arte de Rocío Márquez no solo mira al pasado y a las posibilidades estéticas del flamenco: también se ancla en problemáticas sociales presentes. En el disco Tercer cielo, realizado junto al productor de electrónica Bronquio (Santiago Gonzalo), Márquez da un paso más en su investigación sonora, abordando temas como la precariedad, la salud mental o el feminismo.

En este trabajo, palos tradicionales como la seguiriya o la bulería conviven con bases electrónicas, sintetizadores y estructuras rítmicas propias del trap o del ambient. Pero más allá de la fusión formal, lo que destaca es cómo transmite emociones desde una sinceridad desarmante. En temas como “Empezó cuando te vi” o “Lo que no se ve”, se expone con una fragilidad que apunta directamente al corazón del oyente.

No se trata de abandonar el flamenco, sino de extender sus márgenes sin romperlos. En sus propias palabras: “Siempre quise que el flamenco fuera como el agua: que tomara la forma del recipiente en el que lo colocas, sin dejar de ser agua”.

Referencias constantes y respetuosas

Una de las características que distingue a Rocío Márquez es el respeto profundo por las maestras y maestros del cante. Ha versionado obras de La Niña de los Peines, Manuel Vallejo o Enrique Morente, no como ejercicios de estilo sino como verdaderas reinterpretaciones personales.

En una entrevista concedida al medio El País, Márquez contaba cómo redescubrió los cantes por taranta de Rafael Romero « El Gallina » a través de discos antiguos: “Aquella grabación en un vinilo casi roto tenía más verdad que muchos conciertos que he visto en grandes escenarios”.

Este respeto no impide la reinterpretación: lo posibilita. Porque tiene claro que la innovación sólo es fértil cuando se construye desde el conocimiento y no desde la ruptura por sí sola.

Una voz que transforma el directo

Ver a Rocío Márquez en directo es una experiencia que trasciende el recital al uso. Su presencia escénica es sobria pero intensa, y sus conciertos se estructuran muchas veces como una narrativa: cada tema se inserta en un proceso emocional e intelectual.

Más allá de su capacidad vocal —que le permite abordar desde los cantes más jondos hasta experimentaciones vocales poco habituales— lo que destaca es su manera de implicar al público. En varias ocasiones ha trabajado con propuestas participativas, donde el público forma parte de la experiencia sonora, no solo como oyente, sino como generador de sonidos o ecos.

Los espacios donde actúa también son elegidos con precisión: desde teatros clásicos hasta iglesias, espacios industriales o salas pequeñas, siempre buscando el maridaje entre espacio y contenido. Porque para Rocío Márquez, el flamenco no se limita a una estética: es una forma de estar en el mundo.

El futuro del cante está en movimiento

Muchos se preguntan si la experimentación es el futuro del flamenco. La trayectoria de Rocío Márquez no responde con afirmaciones rotundas, sino con propuestas concretas. Nos invita a pensar que el verdadero futuro del cante no está en ponerlo en vitrina, sino en mantenerlo en movimiento.

Artistas como ella nos recuerdan que tradición y modernidad no son términos opuestos, sino partes de un mismo proceso: conocer el pasado para narrar el presente. Así trabaja Márquez: desde la conciencia, la escucha y el compromiso artístico.

Y si uno se detiene a escuchar atentamente —como ella misma propone— descubre que, en esa voz que parece nueva, resuenan ecos muy antiguos. No como una réplica, sino como una continuidad viva.

Discografía esencial de Rocío Márquez

Para quienes deseen acercarse a su obra, aquí una selección comentada de algunos trabajos clave:

  • Claridad (2012): Su primer disco largo, donde revisa los palos clásicos con una estética limpia y directa.
  • El niño (2014): Un homenaje a Pepe Marchena, pero desde una lectura contemporánea del cante valiente y melismático.
  • Firmamento (2017): Producido por Raül Refree, es uno de los discos que marcó un antes y un después en su estilo.
  • Visto en El Jueves (2019): Una propuesta conceptual sobre el reciclaje, la memoria y la sonoridad del objeto musical.
  • Tercer cielo (2022): Realizado junto a Bronquio, este trabajo redefine los límites estéticos del flamenco de raíz.

Cada uno de estos álbumes representa una etapa en su evolución, pero también una puerta de entrada para diferentes públicos: desde los puristas hasta quienes buscan nuevas formas sonoras.

Una referencia imprescindible en el flamenco actual

Rocío Márquez representa una generación que se niega a elegir entre el pasado y el futuro. Su camino demuestra que el flamenco puede ser estudio riguroso y exploración audaz al mismo tiempo. Con una voz que investiga, que arriesga y que honra, se ha convertido en un faro para quienes quieren (re)descubrir qué significa cantar desde la tradición sin quedarse en ella.

En cada recital, en cada disco, en cada colaboración, Márquez nos lanza la misma invitación implícita: escuchar con atención, pensar desde la emoción y abrir espacios nuevos para el cante. Y ahí reside, quizás, la verdadera innovación.